domingo, 6 de septiembre de 2009

Las bodas en Roma

La boda en Roma era un acto privado que no precisaba de documento escrito ni necesitaba ceremonia. Pese a eso las personas más importantes hacían de las nupcias todo un acontecimiento. Para poder casarse uno tenía que ser ciudadano y tener de este modo derecho a matrimonio, el jus connubii. Habían otras uniones legales, aunque solo los hijos nacidos dentro del matrimonio eran legítimos y portadores de derechos.

Los hombres se consideraban aptos para la boda a los 14 años y las mujeres a los 12, una edad muy temprana.
En los primeros siglos de la República habían tres tipos de casamiento. Generalmente los patricios se casaban por confarreatio y los plebeyos por coemptio. En la coemptio se simulaba la compra de la mujer que quedaba así bajo el poder del marido y se hacía ante un mínimo de cinco testigos más un libripens. Para comprar a la mujer el novio daba al padre de ésta un trozo de cobre que el libripens pesaba en su balanza. Otra forma de unión derivada de la coemptio era el matrimonio per usum o usus. En en usus la mujer tenía que vivir con el marido durante un año y así se reputaba a ser su esposa. Pero debía ir con cuidado porque en que no estuviera tres noches consecutivas con él todo se anularía. Confarreatio, coemptio y usus eran tipos de matrimonio cum manu. Esto significa que la mujer casada pasaba a formar parte de la familia del marido y quedaba bajo su poder, bajo su manus. Aportaba una dote en casarse, unos bienes que servirían para los gastos del hogar.

La confarreatio

Antes que nada se celebraban los esponsales. Las familias de la futura pareja se reunían. El novio hacía entrega de un anillo a la mujer. Así se comprometían al matrimonio e iban calculando el valor de la dote.

El día anterior de la boda las casas de los novios se adornaban con flores, guirnaldas y tapices. La novia ofrecía sus juguetes de la infancia a los lares de la casa y se vestía de una túnica blanca, la túnica recta, que se ajustaba a la cintura con un cinturón (el cingulum) de doble nudo. Este cinturón era luego desatado por el novio en la noche de la boda. Su cabello se peinaba con un instrumento especial, el hasta caelibaris, dividiéndolo en seis mechones que se rodeaban de cintas para reunirlos en un moño. Encima de este peinado la novia vestía un velo anaranjado, el llamado flammeum, y sobre la túnica llevaba un manto (palla). En los pies llevaba sandalias anaranjadas y a veces se le añadía una corona de flores, brazaletes u otros adornos.

Al día siguiente la ceremonia empezaba con la consulta de los auspicios para conocer la voluntad de los dioses. Después las dos familias reunidas decidían la dote que la esposa iba a aportar y se firmaba el contrato definitivo, en el cual diez testigos ponían su nombre. Una vez hecho esto se celebraba en casa de la novia la dextrarum junctio. En este ritual una mujer de edad que solo hubiera tenido un marido (signo de buen augurio para los que se iban a casar), la pronuba, unía las manos de los cónyuges. Este era el ritual más solemne de una boda. En la confarreatio se requería la presencia del Pontifex Maximus y del Flamen Dialis. Los esposos se sentaban con las cabezas tapadas sobre unas sillas cubiertas con la piel de una víctima sacrificada. Sobre la víctima se había echado una sopa de harina hecha con espetla, una especie de trigo. Los cónyuges daban una vuelta al altar y comían una torta también de espetla, todo esto en honor al Dios Júpiter.

Tras esto el padre de la novia celebraba un gran banquete, tras el cual empezaba la deductio, un ritual en el que se acompañaba a la novia a casa del novio. Se trataba de reproducir el rapto de las Sabinas, un simulacro en que la novia era arrancada por su novio de los brazos de su madre a la fuerza, como si de una tragedia se tratase.
Con novia robada se iniciaba la procesión. Se encendían antorchas. Los portadores de éstas debían agitarlas bien para que la llama siempre estuviera bien encendia. Una llama viva era signo de buen augurio, anunciadora de un marido amoroso. Una llama más bien floja no presagiaba nada bueno. En la procesión estaban los amigos de las familias, la pronuba y los niños acompañantes. Tenían que ser tres niños que aún tuvieran vivos ambos padres. Dos de los niños se colocaban a la derecha y a la izquierda de la novia y el tercero se colocaba delante sosteniendo una antorcha de madera de espino blanco encendida en el hogar doméstico. La novia avanzaba llevando el huso y la rueca, lo que era un símbolo de su futura actividad doméstica. En la procesión también desfilaban músicos, en especial flautistas. Los espectadores que miraban desde un lado y otro de las calles lanzaban gritos de buen augurio, como el thalassio. Se tenía por costumbre cantar canciones groseras porque pensaban que era un símbolo de fecundidad de la pareja y porque así se apartaba el ''mal de ojo''. El novio, que se adelantaba un poco para recibir a la novia a la puerta, lanzaba a los niños asistentes monedas y nuces, que también eran un símbolo de fecundidad.

Llegados a la casa faltaba cruzar el umbral. En honor a los dioses del umbral la novia lo adornaba con flores y cintas de lana y untaba las jambas con aceite. Hecho esto, dos amigos del marido la levantaban en brazos y pasaban el umbral para evitar que ella al cruzarlo se tropezase, lo que sería signo de muy mal augurio.

Para terminar la pronuba conducía la novia al lecho nupcial, que estaba en el atrium o en el tablinum, y allí se consumía el casamiento, aunque a veces esto tenía lugar al cabo de varios días.

Matrimonio sine manu


Al principio el matrimonio era cum manu pero al final de la República y durante el Imperio la cosa fue cambiando. El matrimonio cum manu dio paso al matrimonio sine manu. En éste la mujer continuaba perteneciendo a su original familia, bajo la potestas de su padre o de un tutor legítimo. La esposa era libre así de adquirir bienes personales y de administrarlos a su gusto. Además en caso de divorcio el matrimonio se disolvía más fácilmente y la mujer podía recuperar su dote.

FUENTES

-Pierre Grimal. La civilización romana.

-J.Espinós, P.Masiá, D.Sánchez, M.Vilar. Así vivían los romanos.

http://www.turismoyarte.com/roma/boda_romana.htm
http://recursos.cnice.mec.es/lating[....]lladium/cclasica/esc335ca6.php#tx01
http://www.atenea-nike.com/pagina_80.html

1 comentario:

  1. Hola Claudia, claro que me acuerdo de tí y de todos tus compañeros, manda un saludo a todos y a Jose Antonio de mi parte. Espero que estés disfrutando mucho de todo lo que estás y vas a aprender. Bueno, me gustaría decirte que me ha hecho mucha ilusión leer tu comentario. En fin, un beso y te animo a que le sigas dando marcha a este maravilloso blog. Gratias tibi ago. Mille basia tibi.

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